La ley del Deseo

miércoles, 18 de abril de 2007
Antonio Bénitez (Antonio Banderas) no tiene escapatoria, la policía aguarda en la calle y él pide una hora para negociar. Se la conceden. Antonio abraza a Pablo (Eusebio Poncela), el Dios-director-guionista de la película, alter ego de Pedro (aunque Pedro siempre es todos y cada uno de los personajes), y comienza la canción de los Panchos: "lo dudo, lo dudo, lo dudoo, que hayes un amor más puro, como el que tienes en mi". Antonio la tararea, besa dulcemente a Pablo, le mira, sostiene su cabeza entre las manos y le acaricia con una ternura, con una devoción... Pablo sabe que es un asesino, pero ateiende a lo que está sucediéndole con la entrega resignada de un naúfrago y la fascinación del hombre cuyo tributo son las pasiones. "Lo dudo, lo dudo, lo dudoo, que tú llegues a quererme como yo te quiero a ti". Antonio le sonría y pablo, el gran dios que ha sido durante la película, el director y guionista que todo lo controla, deja caer la frente en el hombro de su criatura. Antonio le ha dicho que no importa lo que ocura dentro de una hora y que tampoco quiere que el piense en ello. Finalmente, pablo sucumbe a la enferma inocencia de Antonio y lo estrecha con fuerza entre sus brazos. la cámara se va. Una sirena azul duerme callándose la noche. Quizá hacen el amor. Antonio se levanta, cubre a su dios con una sábana translúcida: "hace frío, no te destapes", le dice. Sale de la habitación. Se pega un tiro. Pablo corre hacia él. A los pies de la Virgen, Antonio yace muerto.

"Quererte de este modo es un delito y estoy dispuesto a pagar con ello".

Hoy he querido recordar esta estupenda escena de La ley del deseo, no sé por qué, quizás por la gran pasión que tiene, y para hablar de amores incondicionales, que lo perdonan todo....